miércoles, 20 de noviembre de 2013

RESEÑA HISTÓRICA

Corría el Siglo XV poco después del descubrimiento de América, cuando el Capitán Diego de Mendoza descubre los Valles de Rionegro y Marinilla. Desde entonces este territorio ha cautivado a propios y extraños por su ubicación geográfica y por su riqueza cultural. Francisco Núñez Pedroso, junto con un grupo de aventureros que llegaron del Perú en 1549, fueron los primeros exploradores del Valle de Corpus Cristi, nombre con el que se conocía el actual valle cuyo primer propietario, en 1573, fue Pedro Beltrán. Pero fue sólo en 1618 cuando se conocen los primeros asentamientos de buscadores de oro, que lo habitaron pacíficamente con las tribus indígenas de los Thaamies, indios nativos de la región que existían desde antes de la conquista española y que eran comandados por caciques como: Punchiná, Nutabe y Marini.

Para el año de 1640 se encuentra el Franciscano Fray Miguel de Castro Rivadeneira catequizando indígenas en la zona y cinco años después se conoce el primer sacerdote marinillo, Diego Rodríguez de Morgano, quien realiza ceremonias litúrgicas en una Ermita edificada en bahareque en un lugar cercano a la quebrada Cimarronas en el sector conocido hoy como Belén.

Desde el año 1661 empieza a consolidarse la organización del poblado y aparece el primer alcalde, Antonio Cardona Rivadeneira. En la misma época existía en dicho valle una pequeña iglesia pajiza que fue reedificada por Fray Miguel de Castro con el fin de confortar a la comunidad cristiana asentada en aquel tiempo. Este monje franciscano reunió a los pobladores del valle de la Marinilla y del sector de El Peñol, y decidió edificar en la primera zona una capilla para los españoles y en la segunda una para los indios. Ambas capillas las dedicó al patrono San José, cuya fiesta se celebra desde 1667.

El 15 de enero de 1690 se celebra una misa en Marinilla en tierras heredadas de don Diego Muñoz de Bonilla por Sabina Muñoz de Bonilla y su esposo Francisco Manzueto Giraldo venido este de Anserma. De este matrimonio surge una numerosísima descendencia que hoy está asentada en el Oriente Antioqueño y que se ha expandido por toda la República, entre cuyos integrantes se encuentran 26 obispos Colombianos. De Anserma vino también don Juan Duque de Estrada quien se asentó en Marinilla junto con un nutrido grupo de gentes provenientes de Mariquita.

Marinilla por aquella época era vista como un territorio pacífico y amplio. Comprendió territorialmente el denominado Cantón de Marinilla que se extendía desde el río Rionegro hasta el río Magdalena, a lindes con Mariquita, lo que hoy conforma el territorio de 12 municipios.

En las décadas siguientes a su fundación, en 1664, Marinilla paso casi desapercibida, en un el espíritu emancipador. Sin embargo, en ese ambiente de absoluta paz, recibió el título de Villa otorgado por el Rey Carlos III en 1787, y el Escudo de Armas que le concedió el Rey Carlos IV de España en 1794. El Arzobispo de Popayán creó, en 1752, la parroquia bajo la advocación de San José. En la gesta emancipadora Marinilla se hizo célebre por su aporte en hombres al ideal patriota, animado por el gran adalid de la causa y segundo libertador de Antioquia Presbítero y Doctor Jorge Ramón de Posada y Mauriz. Fueron innumerables los marinillos que estuvieron en los distintos campos de batalla como el sitio de Cartagena, la campaña del Sur, El Palo, Calibío, Tacínes, El Pantano de Vargas, Boyacá, Chorros blancos, y otros más.

El Dictador Don Juan del Corral, el 13 de agosto de 1813, y luego de haberse declarado oficialmente la Independencia de Antioquia, le concedió a Marinilla, junto con Medellín, el título de ciudad. Por la valentía de sus hombres y mujeres en la gesta emancipadora, la ciudad es conocida como “La
Esparta Colombiana”, tomando el nombre de la ciudad de la antigua Grecia que se distinguió por su valentía y por el acérrimo amor de sus habitantes por su patria. El gesto sublime de la heroína Simona Duque de Alzate que entregó siete de sus hijos a la causa emancipadora es el símbolo indeleble del sentimiento patriótico de la comarca.

La vida de la ciudad transcurrió, luego de la independencia, apaciblemente. Se convirtió, desde mediados del siglo XIX, en centro educativo de singular relevancia, en todo el territorio que entonces comprendía la llamada “Antioquia la Grande”, con lo que hoy son Caldas, Quindío, el norte del Valle y el norte del Tolima, y se fundó, en 1838, del Colegio de San José que sigue siendo un referente de la cultura en el oriente antioqueño. El ansia de educación perdura así como el empeño en la promoción de la cultura en todas sus manifestaciones: La música tiene su mejor expresión en el Festival de Música Religiosa que, en forma ininterrumpida, y desde 1978, se celebra bajo la organización de la Corporación Amigos del Arte. La Escuela de Bellas Artes Luís Carlos García Gómez, creada en 1983 y que está hoy a cargo de la Secretaría de Cultura, promueve los valores estéticos y artísticos con amplio reconocimiento ciudadano.

La Capilla de Jesús, construida en 1752, es un recinto colonial que invita al recogimiento y que sirve de escenario al Festival de Música Religiosa. Las once instituciones educativas, el Tecnológico Coredi como oferta de educación superior y los programas universitarios que se desarrollan en la ciudad, ratifican el prestigio de Marinilla como centro cultural de la región oriental del departamento. La industrialización que trajo consigo la autopista Medellín-Bogotá ha traído como consecuencia el crecimiento acelerado de la población que llega hoy hasta los cincuenta y dos mil habitantes. Su cercanía con Medellín, a solo 41 kilómetros, la vecindad con aeropuerto José María Córdoba, el magnífico clima, el amplio comercio y la gentileza de sus habitantes, hacen de Marinilla un lugar ideal para vivir y para visitar. Sus sitios naturales de disfrute, sus museos, sus lugares históricos, sus artesanías, especialmente las de instrumentos de cuerda que datan desde 1.858, y la hospitalidad que brinda, hacen de Marinilla una ciudad realmente atractiva.